La denominación de orígen se cocina en la montaña

Hace ya unos días hable con varios amigos y colegas de los que tengo conocimiento, han comprado tostadora o ya hace un tiempo la tienen. Algunos se iniciaron con Educafes, otros ya contaban con experiencia. Les propuse relatar de alguna manera (en video o por escrito) lo que ha significado para su proyecto el contar con esta posibilidad, con la idea de mostrar y motivar a productores y emprendedores a seguir este ejemplo y tarea.

Hoy me encuentro en Santa Marta, capital y puerto del café de la Sierra Nevada, uno de los mejores cafés del país y junto a varios amigos estamos emprendiendo el montaje de una planta propia en la ciudad, donde esperamos poder procesar con calidad los cafés especiales que sean elegidos y prestar amplios servicios a la comunidad cafetera, sin embargo no solo acá sino en la Sierra, ya existen productores enfocados a montar planta propia en sus fincas porque muchos ya entienden que la garantía de calidad y su denominación de origen solo será posible si todo el proceso es controlado «in situ». Tal es el caso del amigo Kike, joven frances, que desde que llegó a Colombia y compró una finca en las estribaciones de Minca, se concentro en adecuar y preparar un espacio cercano al beneficiadero, donde pudiera montar la tostadora nueva reciéntemente adquirida.

Así como Henrik existen ya muchos colombianos y extranjeros, que quieren, planean o montan en sus propias fincas tostadoras de café de respeto, lo que hace rato me ha llevado a pensar que esto dejó de ser romántico, para pasar a convertirse en la base de lograr un reconocimiento mundial al producto y productor, a transformar de una manera técnica, avanzada la cultura del café. Ya es hora de situarlo a la altura de su prima rica: La uva

El siguiente es el relato de mi gran amigo Juan Leonardo Garzón, al que he acompañado desde sus comienzos y al que alguna vez tildé de «loco», por hacer ese gran esfuerzo de montar su planta, laboratorio y café en las montañas antioqueñas, de Ciudad Bolivar.

Todos estamos locos?

Café Don tulio, Tostando en el Corazón del Cultivo

Hace poco, terminé de tostar un café, más o menos a las nueve y media de la noche.
Después de hacer las labores de limpieza y de apagar el equipo, me dirigí hacia la
casa, que queda a unos setenta metros de la planta. A la vuelta de la esquina, dirán
algunos; en la acera del frente, dirán otros; pero no, debo atravesar un jardín de café y
varios árboles frutales –mango, plátano y achiote–, por un sendero oscuro que, a
veces, se me pone la piel de gallina.

Ya han pasado siete años desde que tomamos la decisión de establecer la planta de
transformación de Café Don Tulio (trilladora, tostadora, molienda, empaque y
laboratorio de calidades), en la Finca Las Maquinitas, del municipio de Ciudad Bolívar,
Antioquia; una apuesta arriesgada por tostar el café en el origen o en el corazón del
cultivo, como decimos nosotros.

¿Críticas? Sí, todas las que quieran: “ustedes están locos”, “lo que tienen allá es un
elefante blanco”… ¿Dificultades? También, con la energía eléctrica, el gas, la
carretera…
¿Y, entonces? Para mí, ha sido la mejor decisión y, a decir verdad, me encantaría
contarles que nuestra inspiración proviene del recuerdo de nuestros abuelos, cuando –
de niños– visitábamos las fincas cafeteras; por lo que guardamos la imagen de las
heldas, las despulpadoras, las mulas, los arrieros y de mi bisabuela tostando café en
una paila de cobre; sin embargo, nuestra motivación ha sido otra y, hoy después de
siete años, reconozco que somos pioneros de esta iniciativa en un país que ha sido,
claramente, exportador de materias primas; una iniciativa atrevida que obedece a una
lógica bastante sencilla: el café se debe tostar en el origen, así como la uva se
procesa, se transforma en vino y se envasa en el origen; así como las aceitunas se
prensan para sacar sus mejores aceites, los que son envasados en sus diversas
presentaciones, en el origen; así como la leche de las ovejas, cabras, vacas, búfalas y
camellas dan lugar a los mejores brie, camembert, roquefort, gorgonzola, stilton,
gouda… En fin, un sinnúmero de quesos excelentes que, también, tienen protección
en el origen. Esto nos lleva a preguntarnos siempre ¿Qué sentido tiene producir los
mejores cafés y chocolates en América Latina para exportarlos a Suiza, los tuesten y
nos los envíen nuevamente ya empacados como los mejores cafés y chocolates del
mundo?

Así que esta fue nuestra primera motivación, pero no la única, pues pronto
comprendimos que tostar en el corazón del cultivo trae otras ventajas:
Disminución en los gastos de transporte, ya que nos ahorramos la merma entre café
pergamino seco, café verde y café tostado.


Selección de los mejores microlotes de la región.
Inserción en el medio, interactuando con los productores y sus familias, nuestros
verdaderos socios a quienes, por cierto, les pagamos un precio más que justo.
Valoramos el campo colombiano con el aporte de tecnología y conocimiento a los
jóvenes provenientes de familias caficultoras, lo que los motiva a profesionalizarse y
permanecer en el negocio familiar.

Le damos trabajo a los jóvenes que vienen de familias caficultoras.
Para nuestros clientes, la experiencia de visitar a los productores y catar los cafés con
toda la frescura del campo.

En definitiva, lo que más me gusta es que un café tostado en otras latitudes nunca
tendrá la frescura y calidad que cuando se tuesta en origen y eso sí que lo saben
disfrutar nuestros visitantes del exterior.

Juan Leonardo Garzón

Café Don Tulio

Acerca de Don Parme

Dedicado desde hace 18 años a la investigación, aprendizaje y transferencia de conocimientos sobre el café. Diseñador de múltiples marcas, asesor en montaje y apertura de tiendas. Apasionado del proceso de tostión y catación de los cafés especiales.

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